VIVIR UNA DOBLE VIDA NO ES FÁCIL. EN SU HISTORIA, DANIEL NOS CUENTA LO QUE SUCEDE TRAS LAS PUERTAS DEL CLOSET Y CÓMO MANTENERNOS ADENTRO SIN PERDER LA CABEZA. UN BLOG DE TEMÁTICA LGBTI, LAS HISTORIAS CONTADAS AQUÍ SON MI SECRETO. NO SE LO DIGAS A NADIE Y CUÉNTAME LA TUYA EN #LQEEC

VII ¿Me voy a morir solo?

VII ¿Me voy a morir solo?

Han pasado más de tres meses desde que me hice la prueba. Fui nuevamente porque eso es lo que recomiendan y salió negativo. Me sentí muy bien. Mientras salía del consultorio con mis resultados se me vino otra vez la pregunta de cómo moriré. ¿Te ha pasado? Que te imaginas toda tu vida hasta cuando estés muy viejito y solo piensas en cómo será. Es algo que me aterra de estar con él. Me hace pensar que voy a morir solo si sigo haciendo lo que hago, si sigo siendo lo que soy.

Empezó cuando era muy pequeño, creo que tenía 8 años y aunque no lo recuerdo bien seguramente tuvo alguna influencia de mi escuela católica, como ese cuadro del infierno del que te hablé la otra vez. Fueron durante esos días que también comenzaron las pesadillas con los demonios y esas cosas. Pero antes de eso nunca me había preguntado cómo sería mi vida luego de la escuela, del colegio, de la universidad, del trabajo, etc, etc, etc. 

Sabía cómo lo ocultaría en la escuela ya que afortunadamente todos los alumnos éramos chicos entonces nadie pensó en novias o romances sino hasta el último año en el que hicieron a la escuela mixta. Pero no era un problema para mí porque estábamos aún en la edad en la que las chicas te deben parecer algo raro y es mejor andar con amigos. 

En el colegio solo tendría que tener novias y meterme en muchas actividades extracurriculares, ser muy bueno en deportes y buscar clases luego del colegio para no tener que ir a casas de amigos donde algo podría pasar. ¿Para fiestas? Siempre está la excusa de que tus padres no te dejaron ir. Pero no mucho, tienes que ir a un par para no levantar sospechas. ¿En la universidad? supongo que lo mismo. ¿En el trabajo? podría trabajar más, decirle a mi novia que tengo mucho trabajo, ¿qué pasará cuando me digan que me case? ¿me mudo de país? ¿y si me caso? ¿y de viejo? ¿qué haré de viejo? ¿y cuando muera? ¿habrá alguien a mi lado?...

—¿Estás listo? —dijo susurrándome al oído—. Nos espera un largo día hoy.

Uff, afortunadamente me despertó de ese trance porque ya estaba entrando en pánico. Me pasa a menudo y en los momentos más inesperados. Me voy volando y me toca obligarme a regresar al presente.

— Sí, vamos —dije con una sonrisa mientras volteaba mi cabeza para verlo detrás mío. Había despertado hace casi una hora pero como siempre me había quedado en cama pensando, con el corazón latiendo rápido, mirando a la pared.

No se lo había confesado pero la razón por la que accedí a ir al centro juntos era porque lo haríamos a las 6.30am y a esa hora era mucho menos probable que alguien nos vea. A él le pareció raro que quisiese ir tan temprano pero con mi excusa de que me gusta la luz de la ciudad a esa hora (que es cierta) logré convencerlo. Lo cierto es que nadie está en la ciudad a esa hora, hay menos gente, sobre todo un sábado, las personas de la universidad probablemente acaban de llegar a sus casas de la fiesta de ayer.

Este fin de semana tenemos planificado ir por ese trago ahora que estamos juntos nuevamente y que yo estoy más tranquilo. Iremos al centro de la ciudad y luego a un lago que queda a unas pocas horas de la universidad.

El centro de la ciudad es uno de mis lugares favoritos. Las casas tienen un estilo francés, español e inglés; una mezcla de todo. Mientras caminas y miras para arriba ves balcones hermosos adornados con helechos. Hay una casa grande color rojo al lado de la catedral de Jackson Square donde también está mi restaurante favorito con la mejor carne de la ciudad. Es muy caro. Me llevaron ahí para un evento de la universidad cuando recién llegué y prometí que volvería cuando empiece a trabajar. Íbamos siempre separados, los rayos de sol empezaban a salir y sobaba sus pupilas ligeramente. No podía evitar verlo y darme cuenta cuánto me gustaba. No te había contado pero a pesar de que él es americano tiene rasgos bastante latinos, cejas gruesas, cabello oscuro y ojos miel que a veces parecen verdes. Supongo que su estatura es un poco mayor al promedio en América Latina y el color de su piel es bastante blanco pero no rosado sino mas cálido.

No sé si has sentido lo que yo siento ahora cuando lo veo. Es difícil de explicar. Es como cuando abrazas a alguien que quieres muy fuerte y te quedas así un largo rato, excepto que en este caso no necesitas abrazarlo, solo está el sentimiento ahí, todo el tiempo presionando tu pecho, abrazando cada parte de tu cuerpo especialmente en la parte de atrás de la cabeza, en el cuello, donde sientes un calor recorrer tu piel, tiemblas un poco y sonríes como un bobo. Uff. ¿Cuánto durará esto? ¿Qué pasará cuando nos graduemos? ¿Y si él se casa? Siento la preocupación llegar como cuando le ponen otro filtro a las películas de un color más frío, pero prefiero ver sus ojos nuevamente para que se me pase lo más pronto posible y sentir de nuevo ese calor delicioso.

La última vez que me sentí así fue en el expreso del colegio. Había un chico que yo creo que era gay pero nadie se atrevía a molestarlo. Él era tierno pero trataba de pasar desapercibido y casi no hablaba. Como yo era el último en subirse al carro el único asiento disponible era al lado de él y ya que nos recogían desde casi las 6 de la mañana era normal que todo el mundo vaya durmiendo en ese carro. Yo dormía cruzando los brazos y con las piernas abiertas, como se supone que debe sentarse un hombre. Él siempre estaba viendo la ventana, con audífonos y por el poco sonido que sale cuando estás muy cerca de alguien podía notar que era música romántica. Creo que él siempre creyó que no me daba cuenta como, haciéndose el dormido, dejaba su mano caer lentamente hacia mi pierna para tocarla ligeramente. Cada vez que se movía el expreso trataba de rozarla un poco más. Si hubiese estado un poco más cerca del lugar hubiese sentido cómo a veces lo movía de arriba a abajo asintiendo, pero no con los dedos. Algunos días hasta dejaba que su cabeza caiga en mi hombro. A veces hasta me ponía un poco más lejos de él desde que me sentaba para hacérselo más difícil. No me molestaba, de hecho hasta me gustaba un poco y no le decía que pare para no hacerlo sentir mal y porque mientras todos estén dormidos y nadie nos vea, nunca habría problema.

Mientras me distraje escuchando a una violinista con rasgos asiáticos que tocaba "I will Survive" junto a una guitarrista afroamericana, él trató de tomar mi mano en público.

Me alejé de inmediato y me reí mirando a cada una de las personas que estaban alrededor nuestro como para ver si alguien lo notó. Mis ojos ahora veían con otro filtro pero este en cambio estaba en cámara lenta y observa cada uno de los detalles. En mi mente fue evidente para todos. Le di una sonrisa y un golpe en su brazo pretendiendo que estamos bromeando entre "bros", como cuando haces ese tipo de bromas con amigos para parecer maricones. Esperaba que la gente acepte esa disculpa y que nadie lo haya notado.

De todas formas caminé más rápido y al doblar la esquina noté que él cambió su mirada.

—¡¿Por qué haces eso?! —dije caminando rápidamente.

—A nadie le importa lo que hagamos, Daniel.

—¡A mí me importa! Alguien que nos conoce nos puede ver. Ya sabes que eso en público no quiero.

—Bueno, a mi no me importa lo que piense el resto y te puedo asegurar que las personas aquí tienen mejores cosas en qué pensar que lo que hacen dos chicos de la mano. En fin, no voy a pelear por eso. ¿Quieres beignets?

El sol había pintado el cielo con un color entre púrpura y rosa revelando cada vez más partes celestes acompañado por nubes blancas. Se me olvidó que trató de tomar mi mano y volvimos a sonreír. Caminamos por la calle St. Peter en dirección hacia el río Mississippi. Los artistas de la calle empezaban a instalar sus espacios. Habían pintores, músicos y unos cuantos adivinos que te leían las cartas o las manos. No faltaba uno que otro borracho que se había quedado dormido en la calle y la policía trataba de levantarlo.

Doblamos sobre la calle Decatur y caminamos un rato por el río. Como un fantasma del que ya solo recordaba su nombre llegó nuevamente la duda.

—Sabes, cuando te portas así me haces sentir mal —me dijo mirando al río.

—Pensé que ya habíamos pasado ese tema.

—Sí, ya lo dejé ir pero quería comentártelo en buena forma, no quiero que todo nuestro futuro sea así.

—Pero vamos lento, todavía no sabemos qué pasará mañana.

—¿Y qué esperas hacer cuando llegue mañana? Todavía nos faltan 4 años para terminar la U. ¿Piensas que sigamos así?

—Hablemos de eso cuando pase. Por ahora estamos bien como estamos y no me hables del futuro que me empiezo a preocupar. ¿Crees que no lo pienso todo el tiempo también? —respondí un poco más alterado—. No sé qué pasará mañana. No sé qué pasará en cuatro años. No sé qué siento. No sé qué es esto.

Seguíamos caminando por la calle y la atmósfera se volvía cada vez más pesada. La magia que tiene Nueva Orleans es que en cada calle que estás es probable que encuentres un músico. Esta vez había una banda frente a Jackson Square que nos acompañaba con un jazz animado que guiaba mi paso. Creo que él notó el terror en mi cara y que mis ojos empezaban a lagrimear.

—Hey, tranquilo —dijo mientras me tocó levemente el hombro y apartó ambas manos rápidamente sonriendo, como diciendo que me tocaba solo un poco para que no me enoje—. Un paso a la vez, está bien.

Nos sentamos a comer beignets en café DuMonde. Es tradición que el polvo azucarado que ponen encima de esos bizcochos sea soplado por alguien junto a ti para que te deje toda la cara blanca. Si estás sentado en pareja es visto como algo romántico y él por varios momentos hizo señas de que quería hacer eso solo para encontrarse con mi expresión clara de "ni te atrevas". Disfrutaba estar con él. Me atraía lo relajado que era con el mundo, con todo. Parecía que solo vivía la vida. Un problema a la vez y solo estaba de buen humor. ¿Cómo hacía todo esto?

Yo por otro lado no dejaba de pensar. Estaba de buen humor pero mi mente seguía corriendo una película por detrás. ¿Cómo hago para apagarla? ¿Qué pasará con nosotros a futuro?

Justo cuando piensas que las cosas no pueden ser peor, justo cuando piensas que tienes todo bajo control pasa algo que rompe tu torre de naipes. El que se esconde no pasa simplemente adentro escondido sino que tira fuertemente de la puerta desde adentro para que nadie pueda abrirla, y esto lo deja con un profundo cansancio. Incluso cuando la suelta un poco le siguen doliendo los brazos. Pero solo puede soltarla un poquito porque la puerta parece que, con vida propia, siempre quiere abrirse sola.

Eran amigos de la universidad. Se habían trasnochado, se notaba. Los vi a lo lejos y rogué que no se dieran cuenta que estábamos ahí pero nadie escuchó mis rezos. ¿Cómo se vería esto? ¿Cómo lo iba a explicar? Es impresionante, cuando estás en estas tu cerebro aprende a inventar historias en tiempo record: estamos esperando a amigos, no, quién se despierta a esta hora. Tenemos una cita con chicas, no, las hubiésemos esperado para comer. Recién salimos de fiesta como ellos, preguntarán dónde fuimos, la mentira se vuelve más compleja.

— ¡Hey!

— ¡Hey! ¿Cómo están?

Eran tres, dos chicos y Catalina. Catalina era una amiga de Colombia que había conocido hace poco en una fiesta en los dormitorios de la universidad. A los otros los había visto pero no los conocía y se notaba que seguían muy borrachos.

—¿Cómo así tan temprano por acá? —dijo con tono inocente y tratando de sostener a uno que ya se estaba quedando dormido.

—Mi amigo tiene carro y le pedí que me lleve al supermercado para hacer compras. Aproveché para venir a Café DuMonde. —dije en español para no correr el riesgo de que nuestras historias se crucen—. ¿Puedes creer que seis meses acá y no había probado los famosos beignets?

—Qué rico beignets. Son deliciosos pero tienes que comerlos bien. ¿Me regalas uno?

—¡Claro! —dije haciéndole un gesto para que me acercara la comida. Él le acercó el plato y ella tomó uno de los bizcochos.

Sin que me dé cuenta ya me había soplado la azúcar en la cara. ¿Está coqueteando conmigo? Todos nos reímos menos el borracho que estaba casi muerto.

—Hola, soy Catalina. —dijo presentándose en inglés.

Él se presentó durante un segundo incómodo porque ella se había acercado a saludarlo de beso en la mejilla y él había extendido su mano, algo que suele pasar mucho cuando alguien latino y un americano se encuentran.

Antes de que siguieran conversando vi que el bus que iba a la universidad se aproximaba y les avisé.

—Hey, vamos a hacer una fiesta esta noche si quieren venir. —repitió la oración pero en inglés para que él entienda.

—¡Suena genial!

—Trae a tu amigo. Está guapo y quizás me da un aventón la próxima vez que necesite ir de compras al mall —sonrió mientras buscaba cambio en su cartera para pagar el bus.

—Cuenta con eso. ¡Qué la pasen bien!

Se subió al bus ella primero y el otro chico ayudó al amigo desde atrás.

—¡Chao chicos! Perdonen la interrupción —dijo el chico que casi no había hablado mientras trataba de subir a su amigo al bus.

Mierda. Pensé. ¿Perdonen la interrupción? ¿Será que se dio cuenta de algo? ¿Tal vez y nos había visto desde mucho antes de que yo me diera cuenta? ¿Será que por eso no dijo nada en toda la conversación y dejó que ella hablara? ¿Será que las mujeres son más ingenuas pero los hombres saben exactamente lo que está pasando? No, creo que es al revés. Si alguien se habría dado cuenta de lo que pasó sería ella.

—Ese tipo estaba casi vomitando.

—Llévame a los dormitorios por favor.

—¡¿Qué?! Es tiempo de irnos al lago para tener todo el día allá.

—Llévame— dije casi que con la mirada perdida. No quería verlo, no quería ver a nadie. Mis manos estaban heladas y mi mente no dejaba de pensar. ¿Será que me creyó? ¿Y si luego en sus casas conversan de lo que pasó hoy y se preguntan qué hacíamos juntos? Tendré que besar a una chica para bajar las sospechas. ¿Cuándo es la siguiente fiesta?

—Oye, no pasó nada. Lo que dijiste tiene sentido y seguro se lo creyeron.

—¡Ya cállate! Estoy harto de que tomes todo esto tan tranquilo. Para ti es como si no importara. Si fuese por mi hubiésemos ido directamente al lago —ahora estaba enojado—. ¡Todo es tu culpa!

—Vamos.

Le dije que dormiría en mi casa y parte de mí ya sabía lo que sucedería. Probablemente estaríamos sin hablar varios días o quizás me escribiría mañana. No sé. No me importaba. Andar en auto siempre me relaja por alguna razón. Mientras regresábamos en su auto había un silencio profundo. Cuando terminé de armar un plan para disuadir cualquier duda volví a pensar que arruiné todo un fin de semana bonito con él. Ahí iba yo actuando como loco una vez más, arruinando las cosas bonitas que me llegaban, asegurando un espacio de soledad. ¿Será así para siempre? ¿Alguna vez podré ser normal? Si estuviese con una chica no tendría que preocuparme por esto. Podrías soplar azúcar en su cara y la gente nos vería sonriendo. Podría tomar su mano en la calle y mientras caminamos en el río. Mis amigos no se acercarían sino que dirían hola desde lejos para no interrumpirnos. Podría abrazarla. ¿Qué hago con un hombre? Tal vez merezco quedarme solo. Tal vez aún estoy a tiempo para dejar esto atrás, tener novia, hijos e ir a lagos en familia. Que solo me siento, me duele la cabeza. Hoy tengo que hablar con mi psicóloga.

Mientras pensaba mirando por la ventana y ya casi llegando a mis dormitorios sentí su mano tocar la mía suavemente. Gracias. Gracias por no odiarme pensé. Tomé un respiro fuerte y me sequé las lágrimas. Tal vez mañana esté mejor.

Cuando hablé con mi psicóloga me dijo que el miedo a estar solo es universal y que generalmente se da porque hemos tenido una falta de ternura cuando crecimos. Ternura, ¿qué es eso? le dije. Me dijo que piense en una madre arrullando a su bebé, o cuando vemos a una mascota muy chiquita jugueteando y tambaleando porque aún no se puede sostener por sí sola. Eso es ternura, es ese cariño y voluntad de proteger y brindar cuidado que nace naturalmente. Me explicó que a veces los niños no reciben ternura o no aprenden a recibirla. Como resultado tampoco saben cómo dársela a sí mismos.

Le conté que en mi caso sentí que recibí mucha pero ella me dijo que no. <<Cuando escondes quien realmente eres por miedo a ser visto también aprendes a dudar del amor que recibes. Al final es igual a nunca haber sido amado>>. Me explicó que al estar escondiéndome todo el tiempo, todo ese amor que me dieron, a pesar de ser amplio, nunca fue recibido. Dentro de mí siempre pensé que si supieran verdaderamente lo que era me dejarían de querer o peor, harían lo que esa vez te conté que hicieron con mi primo y el resultado sería más violento.

<<¿Y cómo me quito ese miedo a morir solo? Hay días en los que siento que el corazón se me va a salir del pecho, me pongo a llorar muchísimo y me da miedo, mucho miedo.>>

Falta mucho para que eso pase pero si te haces cargo ahora te aseguro que ese miedo se irá poco a poco; yo te voy a ayudar. Me dijo que tenemos que empezar por aprender a darnos ternura a nosotros mismos. Cierra tus ojos. Quiero que recuerdes ese momento en el que te sentiste menos, ese momento en el que alguien o algo te hizo sentir que eras poco o nadie.

Recordé un momento en el que jugando con otros chicos me sacaron del juego por mostrarme un poco amanerado. Recordé que me dijeron que yo era raro y que no podía jugar. Empecé a llorar mientras le contaba esto.

Sigue, respira, deja que salga eso. ¿Qué siente ese niño? Se siente solo, confundido y tiene mucho miedo. ¿Hay una puerta cerca? Sí, hay una puerta que da a la calle principal. Bien, respira profundo, quiero que entres por esa puerta y vayas donde están jugando esos chicos. ¿Estás? Sí. Ok, acércate a Daniel y arrodíllate frente a él. No paraba de llorar y cada vez se hacía más fuerte. Me costaba mantener la respiración. Quiero que le digas a eso niño <<Daniel vine sacarte de aquí. Lo que está pasando no es justo. No hay nada malo en ti.>> Repetía lo que me decía con la voz quebrada. <<Estos niños no saben lo que están diciendo y hay gente que te recibirá con los brazos abiertos>>. Seguía repitiendo. Míralo a los ojos ¿qué más le quieres decir?. Seguí llorando y le dije que lo quería abrazar. Abrázalo. Quédate con ese sentimiento. ¿Qué más le quieres decir? Que lo quiero, que no tenga miedo, que algún día todo cambiará. Eso, dile <<perdón por las veces que me burlé de ti yo también>>. Lloraba cada vez más fuerte y le dije que quería parar, que me sentía muy raro y estaba temblando. Está bien, sal de ahí y abre tus ojos, ¿cómo te sientes?.

Yo seguía llorando pero sentía una especie de paz. Me dijo que este era el principio de un largo proceso. <<No significa que se van a ir tus miedos a morir solo pero quiero que recuerdes este sentimiento para los momentos en que te da pánico.>> Empieza a practicar desde ahora ese abrazo que te diste a ti mismo. Respira y trata de quedarte un poco con ese miedo. Respecto al amor, hay muchas cosas que tendrás que vivir y que ya lo estás haciendo con tu novio. Te darás cuenta que el amor tiene muchos matices y que una es muy diferente a la otra. Hay una serie que te recomiendo ver, se llama "modern love". Me gusta porque relata escenas más reales de cómo se ve el amor en nuestros tiempos. Ahora bien, también tienes que aprender a llevar una relación para que eso dure y eso te voy a contar cómo hacerlo en la siguiente sesión para que sepas como manejar lo que está pasando ahora con tu chico. El miedo a la morir solo es universal con chicos, chicas, con quien sea. Pero si no aprendes a llevar una relación entonces ni siquiera tendrás la oportunidad de que eso no sea así. Veámonos en una semana y conversemos sobre tu conducta con él. Hay cosas ahí que te voy a contar.

Salí de mi sesión un poco mareado pero con mucha paz. Quería mensajear a mi ex y decirle que lo quería pero más que todo me había dado cuenta que nunca me preocupé por darme amor a mí mismo. No sé si me moriré solo o no pero quiero aprender a cómo no ser un loco bipolar cuando estoy con alguien. Al final no te conté lo que pasó con el chico de la vez pasada que me estaba acosando y que casi contacta a mis padres. Me pondré una nota de contarte la siguiente vez. Gracias por escucharme y aunque hasta ahora no me has dado razones para desconfiar, te recuerdo que no le cuentes esto a nadie.

— Daniel


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